Nadie puede hacerme daño sin mi permiso
Fernando Martínez Llarena
6/25/20245 min read
A menudo, permitimos que las opiniones y acciones de otras personas influyan en nuestras emociones. La buena noticia es que tenemos el poder de decidir cómo reaccionar, de cómo asumir el control de esas emociones.
En cuántas experiencias has sentido dolor, enojo o tristeza debido a las palabras o acciones de otro. En esos momentos, la clave está en reconocer que, aunque no siempre podemos controlar lo que otros hacen o dicen, sí podemos controlar cómo respondemos. Las reacciones dependen de ti.
Entender esto nos otorga, con la práctica y la experiencia, una sensación de poder y autonomía capaces de permitirnos no ser víctimas de las circunstancias externas.
Imagina una situación en la que un compañero de trabajo hace un comentario despectivo sobre tu desempeño. En lugar de permitir que ese comentario te afecte negativamente, puedes optar por verlo como una opinión subjetiva que no define tu valor como ser humano ni como profesional. No le das permiso a esa persona para dañarte emocionalmente. O cuando recibes una crítica constructiva de un amigo cercano. En lugar de sentirte herido, puedes decidir aceptar la crítica como una oportunidad para crecer y mejorar, reconociendo que tu reacción depende de ti.
Adoptar esta mentalidad diferente, significa ser consciente de esas emociones y trabajar para gestionarlas. A través de las prácticas como la reflexión personal, la meditación o buscar el apoyo de un profesional para desarrollar estrategias de manejo emocional, asumes el control de cómo te afectan las acciones y palabras de los demás. Así, nos empoderamos para vivir de manera más equilibrada buscando nuestro bienestar personal.
Cómo reconocer cuándo estás permitiendo que otros te hagan daño
Identificar los momentos en los que estás permitiendo que otros te hagan daño es un primer paso en tu camino para llegar a un mayor bienestar emocional. A menudo, sin darnos cuenta, cedemos nuestro poder a las opiniones o acciones de los demás.
Uno de los signos comunes de que esto está ocurriendo es sentirte constantemente juzgado. Si frecuentemente sientes que las personas te critican o que no valoran tus esfuerzos, puede ser una señal de que estás otorgando demasiado peso a sus opiniones.
Otro indicador es el miedo a decepcionar a los demás. Si te encuentras haciendo esfuerzos para evitar desilusionar a alguien, esto podría indicar que estás priorizando sus expectativas por encima de tus propias necesidades y deseos. Este patrón de comportamiento puede llevarte a situaciones donde te sientes explotado o emocionalmente agotado.
En una sesión de coaching se examina qué pensamientos y creencias pueden estar contribuyendo a estos patrones. Pregúntate si tienes creencias limitantes sobre tu valía o si tiendes a pensar que necesitas la aprobación de los demás para sentirte bien contigo mismo. Estas creencias pueden hacerte más susceptible a permitir que otros te hagan daño, ya que estarías buscando validación externa en lugar de confiar en tu propios valores, capacidades y autoestima.
Para romper este ciclo, es útil reflexionar sobre tus relaciones recientes y notar cualquier patrón que se repita en tu comportamiento. Observa si existen personas en tu vida cuyas opiniones te afectan gravemente o si hay situaciones en las que tiendes a ceder tu poder. Reconocer estos patrones es el primer paso para cambiar la dinámica y comenzar a establecer límites en favor de tu salud emocional. Esto implica cultivar una mayor autoestima y aprender a validar tus propios sentimientos y decisiones, sin depender tanto de la aprobación externa.
Con el tiempo, esto te permitirá navegar en tus relaciones y experiencias con mayor confianza y empatía hacia ti mismo, aprendiendo sobre tus emociones y qué es lo que las provoca.
Estrategias para recuperar tu poder y protegerte emocionalmente
Recuperar tu poder y protegerte emocionalmente comienza con:
El establecimiento de límites, definir qué comportamientos son aceptables y cuáles no. Así, te das permiso para priorizar tu bienestar y evitar situaciones que puedan dañarte emocionalmente. Es importante comunicar a los demás estos límites de manera asertiva, expresar tus necesidades y sentimientos de forma clara y respetuosa, sin agresividad ni pasividad.
El autocuidado. Dedicar tiempo a actividades que te recarguen y te hagan sentir bien es vital para mantener una buena salud mental. Practicar mindfulness, o atención plena, te ayuda a estar presente en el momento, no dejarse influenciar por decisiones del pasado y aumentar la resiliencia frente a las críticas o el comportamiento negativo de otros. Técnicas como la meditación, tener momentos para estar con uno mismo, en soledad, pueden integrarse en tu rutina diaria para mejorar tu bienestar emocional.
Ser conscientes de nuestras proyecciones al mundo exterior. A menudo, interpretamos situaciones como ataques personales, cuando en realidad son proyecciones de nuestros propios miedos, inseguridades y creencias limitantes. En relación a este tema te recomiendo el artículo de este blog Nada ni nadie te está atacando y de nada te has de defender.
Para poner un ejemplo de la importancia de estas estrategias, compartiré una anécdota y una práctica personal. Hubo un momento en mi vida en el que el comportamiento de una persona cercana a mí me afectaba dolorosamente. Sentía que cada comentario negativo afectaba y erosionaba mi autoestima. Por ello, decidí establecer límites, explicándole a esta persona cómo me afectaba el tono de sus palabras. Le planteé, de manera empática y sin establecer una crítica hacia ella, el tipo de comunicación que prefería. A la vez me preguntaba si ese comportamiento obedecía a comportamientos míos con otras personas o incluso conmigo mismo. Con el tiempo, observé una mejora en la relación, así como una mejora en mi autoestima y en la habilidad de manejar las opiniones de los demás sin que me afectaran tanto, tomándolas como una forma consciente de aprender sobre mi propio comportamiento conmigo mismo y con los demás.
Hay ejercicios de fortalecimiento de la autoestima que te pueden ayudar en este camino. Uno de estos ejercicios es el diario de gratitud, donde anotas cosas por las que te sientes agradecido: alguna experiencia satisfactoria, alguna amistad que te enriquece, algún viaje, algún momento puntual de felicidad, etc. Este ejercicio te ayuda a enfocarte en lo positivo y a desarrollar una perspectiva más optimista sobre tu vida. Otro ejercicio es el autoafirmación, donde te repites afirmaciones positivas sobre ti mismo. Estas prácticas no solo fortalecen tu autoestima, sino que también te hacen sentir más seguro de ti mismo.
Al realizar estas actividades e introducirlas en tu rutina diaria, estarás mejor equipado para manejar cualquier situación sin permitir que te haga daño. Establecer límites, comunicarte asertivamente, practicar el autocuidado y mindfulness, y realizar ejercicios de autoestima son prácticas para recuperar tu poder y protegerte emocionalmente.
Si te es difícil llevarlo tú solo/a, sabes que puedes contar con un coach con experiencia, que ya ha atravesado esas situaciones y que te puede guiar y orientar para que alcances tu tranquilidad, tu paz y tu bienestar emocional. Sintiéndote en paz contigo mismo, consigues que las experiencias externas cambien, consiguiendo que aquellas situaciones que te causaban tensión ya no se vuelvan a repetir en tu vida. Y te aseguro que así es como ocurre.